viernes, 14 de diciembre de 2007

Raro tenés el orto

La gente "normal" me está rompiendo soberanamente las pelotas. Me gustaría transplantarme testículos para poder usar esa frase sin que nadie me corrija: "...los ovarios".

No, me rompen las remil pelotas por lo siguiente:

1) Cuando le dije a mi psicólogo que no me gusta comer en familia, que siempre hay alguna charla que perfora mi úlcera dos centímetros, que prefiero comer a la hora que quiero y cuando quiero, preferentemente mirando televisión, me observó con infinita lástima, como si lo que hubiese revelado fuera que me gusta vestir de traje a ratones muertos y jugar a que tomo el té con ellos a la vez que los considero mis verdaderos amigos.
Por si fuera poco advirtió: "ya vamos a trabajar sobre eso (?), para que te guste comer con todos en la mesa", como si hablara de revertir un cuadro de esquizofrenia con epilepsia.

Tengo una contrasugerencia: morite, forro.

2) Los católicos me hartan. No entienden, no conciben, no les entra en su vacía cavidad craneana el hecho de que NO QUIERA ARMAR EL ARBOLITO DE NAVIDAD. No que no festeje la navidad, no que me deprima esa celebración ni que me incomode ese derroche de alegría inmotivada. No, no les da para elaborar eso. Lo que a ellos les perturba es pensar (y aquí debería poner punto aparte) que alguien no envuelva cuanto árbol, arbusto, hiedra o planta rastrera vegete en el patio o en el interior con esas luces estridentes que escupen un compilado interminable de asquerosos chillidos navideños, enganchados y en un loop eterno que llevaría a la demencia a cualquiera que tenga yunque, martillo y tímpano.

No importa que les diga que yo armo, sí, el pesebre. Un pesebrito extremadamente simpático que consiste en un baby Jesus divino y unos José y María que merecen un lugar en cute overload. Sin un despliegue exhuberante de ganado, pastores, mujeres que acarrean agua, chanchos colados y reyes magos. No: Jesús, María, José. Minimalista, esencial.
Después de todo, sigo creyendo en eso. Cada vez desprecio más a la Iglesia pero no soy atea y supongo que el creer en Jesús me hace cristiana y blablblalba. Pero NO, no tengo Papás Noeles danzarines, no cuelgo esas espantosas nosequemierdason en las puertas ni permito que esa decoración infernal afee cualquier espacio.
Y por eso soy tildada de conspiradora contra la religión y de Grinch.

Eso sí, festejo la Navidad mediante la ingestión desproporcionada de alimentos hipercalóricos y alcohol. A veces termino en la cama con un menor de edad. Igual que ellos.

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