Vengo a contarles que anoche casi me dio un infarto. Un infarto del aburrimiento, si es que existe eso. Sí, atestiguo que eso existe.
Todavía estoy aquí, en la unidad coronaria, recuperandome. No puedo cansarme así que les dejo este pequeño resumen de mi noche fatídica:
1) Ví (en el sentido más vago del término) Almost Famous.
2) Me levanté a la mitad de la película con mareos, presión alta y dolor de estómago (signos inequívocos de infarto), claramente provocados por el tedio supremo de mirar la historia de un pendejo pelotudo (con cara de Zac Effron con síndrome de down) y unos rockstars pelotudos.
3) Mi corazón dejó de latir por unos segundos.
¿Coincidencia? No. Esa película es maligna y, peor todavía, más aburrida que la reconcha de la lora.
Me resultan indiferentes miles de ultrajes que otros considerarían gravísimos, pero que algo me aburra al punto de querer morirme (y que mi cuerpo acate esa orden subconsciente) es algo que merece ser denunciado.
Consejo que salva vidas: NO MIREN ALMOST FAMOUS. SI VISTE ALMOST FAMOUS Y TE PARECIO FABULOSA (o aunque sea la terminaste de ver) SOS UNA MIERDA Y TE ODIO.
domingo, 6 de abril de 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)